Las personas de bajos ingresos piden prestado dinero a tasas de interés muy altas, similares a las de las tarjetas de crédito, pero no pueden invertir a esas mismas tasas, a las que pueden acceder a través de bonos de alto rendimiento. Mientras tanto, los fondos de cobertura y las personas de alto patrimonio neto pueden realizar fácilmente este tipo de inversiones.

Esta disparidad es una razón clave por la que millones de inversores jóvenes y de bajos ingresos recurren a las criptomonedas. Buscan inversiones de alto riesgo y alto rendimiento a las que de otro modo sería difícil acceder a través de los bancos de inversión tradicionales, cuando sólo tienen unos pocos dólares para invertir.

Las personas de bajos ingresos enfrentan dificultades para obtener préstamos, a pesar de tener habilidades y proyectos que se alinean bien con las demandas del mercado. Esta falta de acceso a financiamiento les impide aprovechar oportunidades valiosas. En contraste, quienes tienen mayores recursos, tanto individuos como corporaciones, pueden acceder fácilmente a financiamiento significativo para sus proyectos, incluso cuando estos pueden ser perjudiciales para la salud, la paz y el medio ambiente.